Después de la segunda guerra mundial el mundo estaba dividido en dos bloques; entre estos se establecieron enfrentamientos entre las dos potencias Estados Unidos y la URSS. Las relaciones entre los bloques pasaron por una gran etapa de tensión internacional, denominada Guerra Fría en las que hubo enfrentamientos en Europa y el tercer mundo, con la intención de extender su área de influencia y configurar sendos bloques de aliados.
Dentro del boque soviético se establecieron unos países satélites denominados democracias populares, que correspondían a un régimen político con una economía socializada y una política exterior alineada con la soviética.
Estos países estaban dirigidos desde Moscú con un férreo control que no admitía la disidencia. Esto conllevó a la subida de los partidos comunistas.
Dentro del boque soviético se establecieron unos países satélites denominados democracias populares, que correspondían a un régimen político con una economía socializada y una política exterior alineada con la soviética.
Estos países estaban dirigidos desde Moscú con un férreo control que no admitía la disidencia. Esto conllevó a la subida de los partidos comunistas.