sábado, 10 de abril de 2010

RDA y la caida del Muro


Tras la Segunda Guerra Mundial se dividió el territorio alemán en cuatro zonas bajo control de las tropas de los Aliados. La Unión Soviética fue el primer país en reconocer a la RDA como estado y en comenzar relaciones diplomáticas, seguida ese mismo año por otros.
En un primer momento, la Unión Soviética no propuso que la RDA fuera un Estado socialista, buscando dejar abierto el camino hacia una potencial Alemania reunificada en el marco de la Guerra Fría. Sin embargo, su actitud cambió rápidamente cuando en 1952 las potencias de la OTAN y el gobierno de la RFA, entonces en manos de Konrad Adenauer, rechazaron la llamada Nota de Stalin.
En economía, la RDA era el país económicamente más desarrollado del Consejo de Ayuda Económica Mutua, y su nivel económico era superior al de muchos países desarrollados. Sin embargo, sufrió constantemente por la escasez de divisas y, en parte, su economía era el reflejo de una situación de emergencia. El sistema económico que prevalecía era la economía planificada con Planes Quinquenales y fusiones entre empresas estatales y grandes empresas. La unificación fue posible gracias a los cambios políticos en varios países del Bloque del Este, en especial las reformas emprendidas por el mandatario soviético Mijaíl Gorbachov. Helmut Kohl, tras su triunfo en las elecciones de la cancillería de la RFA en 1989, se embarcó en el proceso de la unificación durante trece meses, el cual se concretó simbólicamente con la caída del Muro de Berlín el día 9 de noviembre de 1989 y quedó oficializado casi un año después.
Muro de Berlín
En 1949 las tres zonas occidentales se convirtieron en la República Federal Alemana (RFA), empezaron en ambos lados los trabajos de reconstrucción y protección de las fronteras. Mediante la formación de los dos estados se llevó a cabo la separación política. La aceleración del ritmo de huidas a la zona occidental precipitó que el 13 de agosto de 1961 se iniciara la construcción de un muro que separaba ambas zonas de la ciudad y aislaba completamente al Berlín occidental. El "Muro de la Verguenza" indignó a la opinión pública occidental, desacreditó aún más la postura soviética y se convirtió en el doloroso símbolo de la guerra fría y de la opresión totalitaria comunista.
En 1989, bajo la presión del mundo, el gobierno aceptó la apertura de fronteras y el derrumbamiento del Muro. Después de varias décadas muchas personas volvieron a ver a su familia, y pudieron por fin, salir de un país que les cerraba la libertad de tránsito. El Muro cayó, sin embargo todo había cambiado.

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